A pesar de una semana llena de nubarrones, lluvia y niebla espesa, el sábado nos sorprendió con una mañana cálida y soleada, un regalo gratificante de Gaia que dio sus frutos —y más de lo esperado—a través de las manos de todas las personas que nos reunimos en nuestro bosque de alimentos.
Una vez más, la jornada verde nos demostró—a pesar de algún que otro inconveniente— que cuando las personas nos unimos y reunimos en pro de un objetivo común —donde se promueve el trabajo en equipo, la solidaridad y el bienestar de todos y todas y no la competitividad como estandarte—cualquier obstáculo se reduce a su mínima expresión, convirtiendo lo que en un principio se planteaba como una carrera a un agradable paseo por el campo.
Entre palas, risas y caldo caliente que reconfortaba el cuerpo —y la mente— acometimos la realización de los senderos instalando una malla antihierbas —tarea ésta comenzada por el alumnado de quinto y sexto curso—, la limpieza del huerto, la plantación de nuevos ejemplares donados por una familia de Infantil, la demarcación final del futuro refugio de tortugas, anfibios e insectos y la colocación de la arlita y corteza en los caminos.
Queda aún mucho por hacer, pero las esperanzas depositadas en nuestro proyecto superan con creces al esfuerzo invertido.
Desde la EcoEscuela Clara Sánchez agradecemos la participación de las madres, padres, alumn@s, vecin@s, personal y dirección del colegio por hacer de las pequeñas cosas grandes obras.
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